Hoy vamos a reflexionarnos el suceso de atraer a los demás con las apariencias.
Yo desde, el yo, si pudiese o pudiera, andaría o andaríese sin pudores algunos. Sin verguenzas.
Como quién sea que haya sido, me trajo al mundo. Pero no lo hago. Estamos éticamente inducidos a arroparnos. Para no ser rechazados ni acusados. Para vivir como un todo, como una sociedad.
Igualmente mi idea para este texto es: no vayamos a los "que menos", vayamos al ataque de los "que más".
Te puede pasar en un boliche, que luego de pagar dolorosamente tres séptimos regimientos, ese monumento olímpico, no ceda, no se desmaye, no te la puedas llevar a culminar, lo que entre sorbo y sorbo planeaste.
No te frustres, a decir verdad, no estás tan necesitado como para tener que entrarle sí o sí. Además si supieras las capas que tiene... como una cebolla en proyección de espejos, infinitamente inconmensurables, te escaparías con una mano adelante y la otra atrás, por si las moscas (mmm...no fue bien elegido el "por si las moscas" dada su proximidad a ya saben donde..., pero lo dejo).
Por si no te diste cuenta, avivate, las mujeres son más lindas de noche, porque se camuflan para el ataque. No todas, no quedemos como machistas. Pero algunas se hacen diosas en el refugio que les proporciona algún abedúl. Y te atrapan, te hacen un hijo, te ensucian. Bueno, no exageremos.
No voy contra las mujeres que son "las más lindas", lo mejor que nos pasa, etc.
Voy con todas mis armas de noble caballero que endereza tuertos y proteje doncellas "a por ellos". Los que caminan y se regocijan en el anonimato, los que simulan ser libras cuando son hormigosos peniques.
Si, porque los granos se tapan, pero también: los pozos se tapan, los muertos se tapan, los libros se queman, a los hombres se desaparecen, los políticos se renuevan, los fracasos se enaltecen con rebeliones, los errores se justifican con invasiones y dictaduras.
Casí entro a confiadísimo al supermercado COTO, pero no, resulta que era supermercado COCO, si. Lo dicho, el mismo logotipo en sus paredes, las mismas letras cuatradas. Pero un sutíl descuido, una sutil mala praxis de pintor.
Alguna vez también casi compré una remera Mike, o alguna radio SUNNY, o PAMANOSIC. Tantos lobos con pieles de corderos.
No me queda más que concluir: Se están perdiendo los valores que nos dan tanto la ley de Defensa del Consumidor como la Ley de Lealtad Comercial.
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