No me voy a expandir mucho, pero el objeto de mi análisis hoy, son los bebitos.
Todos fuimos bebitos, todos tuvimos hermanos bebitos, primos bebitos, en fin.
Se han puesto a pensar alguna vez, todas las suposiciones que hacemos los humanos en torno a nuestras criaturas?
Me hizo click la cabeza los otros días cuando escuché a mi vieja:
- Mirá como se desespera porque sabe que la madre se va a comprar medio kilo de papa.
Quizás no se entienda, pero el sujeto destino de ese comentario era la bebita de mi prima. Que tiene apenas 9 meses.
No, no se asusten, la nena no habla, tampoco sabe lo que es que alguien se vaya a una verdulería.
Pero sin embargo ahí estamos nosotros como historiadores de sentimientos, que no tienen porque tener nombre. Un nenito de un año no se puede poner celoso de otro de la misma edad. Un nenito de un año o menos, no puede expresar en una oración: "mamá noto que papi ya no viene a dormir por las noches"
Lamentablemente, los bebés tienen como limitado el operandus: duermen, lloran, comen llorando, cagan llorando, comen llorando, cagan un poco más llorand, duermen llorando.
Pero de nuevo, repito, ahí estamos nosotros los grandes, atribuyéndole nobles acciones, épicas reacciones y caprichosos y complejos sentimientos.
Pongámos las diéresis sobre las ues: un bebé, es sólo un proyecto de hombre. Hermoso, claro, no quiero que se me enojen las madres, y quiero que recuerden, yo también fui bebé. Por eso también se los aseguro, cuando era bebé, yo lloraba, porque no entendía nada de nada, reía porque no entendía nada de nada, era como un ente.
Si no lo han notado aún, presten atención esa suerte de quini 6 que se arma en torno a una criatura y después asientan y adhieran a mi pensamiento.
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