Con la decepción con la que nos agachamos cuando un cohete no estalla, llegaremos al final de este blog. Sintiendo en la garganta la comezón de haber apostado por algo que nunca nos dará satisfacción. Un tren que nunca va a pasar o que ya partió. Una pera que no espera.
Nace de una necesidad de canalizar muchas cosas que se nos ocurren, pero que se pierden en lo efímero. Genialidades que naturalmente no están destinadas a explotar...pólvoras mojadas. Como entregados a una lucha eterna contra la muerte, lucharemos para que queden en el recuerdo aquellas cosas que nos parecen extraordinarias. Esas páginas que nos llevarán al climax de la imaginación humana. Las ocurrencias más elegantes. Las mínimas historias que acarrean un máximo de sentimientos: la muerte de un gorrión, víctima de un impiadoso ventanal; las picaduras de los mosquitos; el relleno de los cubanitos de dulce de leche.
No me responsabilizo por la decepción que este blog pueda causar.
No me responsabilizo por las mentes que se laven aquí.
No me responsabilizo por los brotes de psicosis, ante verdades innegables.
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