Pasábamos con un amigo por un colegio de gestores, por 48. Veníamos tan cansados de nuestras compañías, que nuestras mentes buscaban excusas para dejarnos atrás.
Me dice: mirá che, un colegio de Gestores.
Le digo: Ah..que copado, ahí es donde aprenden los mimos a hacer sus gestos. Marcel Marsou (poniendo cara de nostálgico y mirando en diagonal al cielo...)
Me dice: Tu concepción de la comicidad es patética.
Le digo: No estamos dando opiniones sobre comidas, ni de patys específicamente
Me dice: Cómo puede ser que sea tu amigo?
(se produce un silencio...)
Me dice: Ese lugar es como una fábrica de cáridad. Aprenden ahí las personas a hacer "gestos". Como por ejemplo, dar un asiento, cruzar la calle a un cieguito, devolver un maletín de dinero, tirar la pelota afuera cuando el contrario está lesionado, dejar pasar a una embarazada en la cola de un supermercado, apretarse a esa de los kilitos de más, entregar dos o tres caramelos de "yapa".
Estas son instituciones que nos llenan de orgullo, que deberían ser la bandera insignia del corazón argentino.
Paré un un taxi y nos subimos. Pagamos a medias.
miércoles, 26 de marzo de 2008
martes, 18 de marzo de 2008
Por un asiento
Subo al colectivo, y rara vez saludo al chofer. Cuando lo hago, el chofer me saluda inmerso en el compromiso que no logra entender. Pensando: "no saludo ni a mi jefe, y este gilún sube y me saluda"
Cuando saludo al chofer, me siento la persona más idiota del universo. Pero me sale del corazón, como haciendo evidente un sensible afecto hacia la persona que día a día me acerca al trabajo. Que pasa, nadie saluda al chofer, todos se enojan con el chofer, todos maltratan al chofer. Aunque a veces se lo merezcan, no son más que la base de la cadena de mando, que gobiernan los chupa sangres empresarios, cipayos.
Cuando no saludo al chofer, me siento como una persona que no sabe valorar el sacrificio de aquellos que se mueven para que el mundo gire, recuerden, como los limpia vidrios.
Voy a reflexionar acerca de la importancia del asiento en el colectivo.
Por empezar no quiero criticar los problemas de base que todos conocemos, es decir, para qué decir que viajamos como ganado, y que nos aumentan y aumentan el boleto y nos disminuyen y disminuyen las frecuencias de colectivos?
No tiene sentido quejarse (ya que nadie lee este blog) pero haciendo hincapié en ese problema es que me llamo a dilucidar porqué la gente se mata por un asiento en el colectivo. Y no exagero. He sido testigo de los más viles actos por un asiento.
Nosotros, los que vivimos a una oscuridad o un amanecer del centro, valoramos un asiento acolchonadito. Los que pagamos boletos para viajar como flecos de bufandas en crudas mañanas invernales, somos capaces de arrollar a una señora con andador.
Yo particularmente vivo en una zona que se encuentra a 15 cuadras del inicio del recorrido de los colectivos que me dejan en el centro, y es realmente desesperante, ver como de vacíos, se van llenando de a poquito parada a parada de gente entusiasta por ocupar asientos, y más asientos. Cuando llega a nosotros, sabemos que estamos predestinados a viajar parados.
Cuando subimos saludamos al chofer, y a mi me gusta, encarar para el fondo, porque disminuye la densidad por metro cuadrado y porque es el lugar donde hay menos movimientos, recordemos que la gente sube al colectivo por la parte de adelante.
Mi lugar preferido es el asiento doble antes de los cinco del fondo. Porque es desde ahí donde se pueden regentear mayor cantidad de asientos. Aunque mis continuas frustraciones saben que las personas que van al fondo, llegan al final del recorrido.
Y miran como disfrutando tu desgracia, y acomodan sus bolsas como queriéndote esperanzar de que pronto bajarán, y se acomodan en el asiento como quien acomoda sus músculos para pararse, y miran el camino que va dejando atrás el colectivo como dando a entender que se pasaron, y preguntan por el recorrido, y no bajan.
Cuando se levanta alguna persona que viaja en algún asiento de tu soberanía rezás que no haya una vieja media moribunda a tu lado, ni una chica embarazada, ni una madre con siete hijos colgados por todos lados. Y lo más probable que mientras te percates de no quedar como un cerdo inmundo, algún desconsiderado hijo de su reputación materna, se te filtre por la defensa de tu espalda y cual otario consciente, se siente y te deje de nuevo parado.
No pasa nada pensás, quien queda para la mierda es él. Claro, lo pensás, cuando te pasa tres o cuatro veces, después cuando es cosa de todos los días, te percatás de los roba asientos y los puteás para todo el campeonato durante todos los viajes de tu vida. Son fácil de reconocer pero in exterminables. Generalmente son mujeres, que están en el medio del colectivo. De algún modo mágico saben cuando un asiento se libera, y a partir de ese instante, comienzan su marcha hacia el asiento, que saben, les espera. Por que son mujeres, porque somos hombres y las mujeres siempre van primero, y entonces la ves venir y el asiento libre del culo anterior se va como esponjeando y se va levando para tu cola, y sabés que no podés hacer nada. Y entonces ellas vienen sonriendo por no sé que cosa y ponen caras de estar sentadas, aún caminando, y se acomodan con sus bolsas y arman campamento. Y abren un folleto que dice: "estación de trenes de la plata" (que es el fin del recorrido). Y querés abrir la ventanilla y arrojarlas a la acera.
Yo saqué una conclusión, estas personas son las que se te colan en el banco, son las que se aprovechan en la panadería, son las que siempre con cara de piedra sacan ventaja de una distracción. Son las personas que carecen de sentido común, son las mismas que en la parada del colectivo, suben primeras (e incluso ocupan los últimos asientos) habiendo llegado en último lugar a la parada, son las que en los supermercados van a la caja rápida de "no menos de 15 unidades" con 54 productos (ante protestas de los empleados salen con un olímpico: "pagamos por separado")
No quiero seguir porque me ofusco. Pero cuando logro conseguir un asiento, no lo dejo ni mamado. Tengo varias estrategias. Si es de mañana temprano, ni bien me siento, saco un cuaderno de espirales de la facu y pongo cara de repaso para examen final. Si la persona que sube está muy hecha mierda, simplemente me hago el dormido. Cuando tengo a mi lado un roba asiento, amago cada dos cuadras con levantarme, solo para que comiencen a babear como el perro de pavlov. Si sube una señora embarazada, rezo porque alguien le de el asiento. Si sube un hombre de 30 años con un nene de 7 años a upa, simplemente los compadezco, por ser un pobre tipo que usa a un nene para mendigar un asiento. Cuando estoy volviendo del laburo "duermo todo el viaje".
Y nunca pero nunca, me siento de la mitad para adelante, porque considero que la mitad primera del colectivo es pertenencia exclusiva de la gente que no puede llegar caminando a la segunda mitad. Ahí creo yo que debe manejarse el mercado de los asientos con todos los códigos de caballería. Si sos quien seas y te arriesgas a pasar la primer mitad del colectivo, no mendigues por un asiento. Porque ese sector tendría que ser regido por otros códigos, la herencia tendría que ser por cercanía y no por estatus.
Ojo, tengo corazón. Oh...ahí latió, cuánto hacía, ya lo extrañaba!
Cuando saludo al chofer, me siento la persona más idiota del universo. Pero me sale del corazón, como haciendo evidente un sensible afecto hacia la persona que día a día me acerca al trabajo. Que pasa, nadie saluda al chofer, todos se enojan con el chofer, todos maltratan al chofer. Aunque a veces se lo merezcan, no son más que la base de la cadena de mando, que gobiernan los chupa sangres empresarios, cipayos.
Cuando no saludo al chofer, me siento como una persona que no sabe valorar el sacrificio de aquellos que se mueven para que el mundo gire, recuerden, como los limpia vidrios.
Voy a reflexionar acerca de la importancia del asiento en el colectivo.
Por empezar no quiero criticar los problemas de base que todos conocemos, es decir, para qué decir que viajamos como ganado, y que nos aumentan y aumentan el boleto y nos disminuyen y disminuyen las frecuencias de colectivos?
No tiene sentido quejarse (ya que nadie lee este blog) pero haciendo hincapié en ese problema es que me llamo a dilucidar porqué la gente se mata por un asiento en el colectivo. Y no exagero. He sido testigo de los más viles actos por un asiento.
Nosotros, los que vivimos a una oscuridad o un amanecer del centro, valoramos un asiento acolchonadito. Los que pagamos boletos para viajar como flecos de bufandas en crudas mañanas invernales, somos capaces de arrollar a una señora con andador.
Yo particularmente vivo en una zona que se encuentra a 15 cuadras del inicio del recorrido de los colectivos que me dejan en el centro, y es realmente desesperante, ver como de vacíos, se van llenando de a poquito parada a parada de gente entusiasta por ocupar asientos, y más asientos. Cuando llega a nosotros, sabemos que estamos predestinados a viajar parados.
Cuando subimos saludamos al chofer, y a mi me gusta, encarar para el fondo, porque disminuye la densidad por metro cuadrado y porque es el lugar donde hay menos movimientos, recordemos que la gente sube al colectivo por la parte de adelante.
Mi lugar preferido es el asiento doble antes de los cinco del fondo. Porque es desde ahí donde se pueden regentear mayor cantidad de asientos. Aunque mis continuas frustraciones saben que las personas que van al fondo, llegan al final del recorrido.
Y miran como disfrutando tu desgracia, y acomodan sus bolsas como queriéndote esperanzar de que pronto bajarán, y se acomodan en el asiento como quien acomoda sus músculos para pararse, y miran el camino que va dejando atrás el colectivo como dando a entender que se pasaron, y preguntan por el recorrido, y no bajan.
Cuando se levanta alguna persona que viaja en algún asiento de tu soberanía rezás que no haya una vieja media moribunda a tu lado, ni una chica embarazada, ni una madre con siete hijos colgados por todos lados. Y lo más probable que mientras te percates de no quedar como un cerdo inmundo, algún desconsiderado hijo de su reputación materna, se te filtre por la defensa de tu espalda y cual otario consciente, se siente y te deje de nuevo parado.
No pasa nada pensás, quien queda para la mierda es él. Claro, lo pensás, cuando te pasa tres o cuatro veces, después cuando es cosa de todos los días, te percatás de los roba asientos y los puteás para todo el campeonato durante todos los viajes de tu vida. Son fácil de reconocer pero in exterminables. Generalmente son mujeres, que están en el medio del colectivo. De algún modo mágico saben cuando un asiento se libera, y a partir de ese instante, comienzan su marcha hacia el asiento, que saben, les espera. Por que son mujeres, porque somos hombres y las mujeres siempre van primero, y entonces la ves venir y el asiento libre del culo anterior se va como esponjeando y se va levando para tu cola, y sabés que no podés hacer nada. Y entonces ellas vienen sonriendo por no sé que cosa y ponen caras de estar sentadas, aún caminando, y se acomodan con sus bolsas y arman campamento. Y abren un folleto que dice: "estación de trenes de la plata" (que es el fin del recorrido). Y querés abrir la ventanilla y arrojarlas a la acera.
Yo saqué una conclusión, estas personas son las que se te colan en el banco, son las que se aprovechan en la panadería, son las que siempre con cara de piedra sacan ventaja de una distracción. Son las personas que carecen de sentido común, son las mismas que en la parada del colectivo, suben primeras (e incluso ocupan los últimos asientos) habiendo llegado en último lugar a la parada, son las que en los supermercados van a la caja rápida de "no menos de 15 unidades" con 54 productos (ante protestas de los empleados salen con un olímpico: "pagamos por separado")
No quiero seguir porque me ofusco. Pero cuando logro conseguir un asiento, no lo dejo ni mamado. Tengo varias estrategias. Si es de mañana temprano, ni bien me siento, saco un cuaderno de espirales de la facu y pongo cara de repaso para examen final. Si la persona que sube está muy hecha mierda, simplemente me hago el dormido. Cuando tengo a mi lado un roba asiento, amago cada dos cuadras con levantarme, solo para que comiencen a babear como el perro de pavlov. Si sube una señora embarazada, rezo porque alguien le de el asiento. Si sube un hombre de 30 años con un nene de 7 años a upa, simplemente los compadezco, por ser un pobre tipo que usa a un nene para mendigar un asiento. Cuando estoy volviendo del laburo "duermo todo el viaje".
Y nunca pero nunca, me siento de la mitad para adelante, porque considero que la mitad primera del colectivo es pertenencia exclusiva de la gente que no puede llegar caminando a la segunda mitad. Ahí creo yo que debe manejarse el mercado de los asientos con todos los códigos de caballería. Si sos quien seas y te arriesgas a pasar la primer mitad del colectivo, no mendigues por un asiento. Porque ese sector tendría que ser regido por otros códigos, la herencia tendría que ser por cercanía y no por estatus.
Ojo, tengo corazón. Oh...ahí latió, cuánto hacía, ya lo extrañaba!
lunes, 17 de marzo de 2008
Daños colaterales de mi puño y letra.
como no puedo enviar mails, ni tampoco andar desocupado por razones de fuerza mayor, lo unico que me queda decir (aun despues de que no he chateado, hablado, mirado, etc) es que tu blog de pequeñas historias son especiales para escuchar a la noche antes de irte a dormir.
es para un programa de radio, jajaja. Bueno muy bueno, gracias totales. Hasta pronto y dale gracias a tu cabeza, a la gramática y a la sintaxis por darte semejante poder de expresión. En fin, bueno chau!!
;) Va con onda Inty.
es para un programa de radio, jajaja. Bueno muy bueno, gracias totales. Hasta pronto y dale gracias a tu cabeza, a la gramática y a la sintaxis por darte semejante poder de expresión. En fin, bueno chau!!
;) Va con onda Inty.
viernes, 14 de marzo de 2008
Té para Tres
Las cosas no vienen bien desde hace rato, pero esa noche, las nostalgias y el alcohol los arrastraron al torbellino besos. Mientras fuman como sapos, el hastío los arrastra a un díalogo bipolar.
Ella y El. Semi desnudos, con la verguenza perdida.
Ella -Gordi, tengo que decirte algo que me da miedo decirte.
El - No me querés más?
Ella - No Gordi, te voy a querer siempre. Es otra cosa
El - ehmmh? (que es como un gruñido post-sexo que significa "qué mierda es entonces?")
Ella - Tengo un atraso.
El (sólo sonríe con la satisfacción de los que son testigos de que su compañera les ha confesado la aceptación de su estupidez mental)
Ella (al verlo sonreir, sonríe con la tranquilidad de las que descartan que sus parejas se enojen cuando se enteren que el embarazo es por olvidar la ingesta de una pastilla)
Enseñanza: Después del sexo, es mejor hacerse el dormido
Ella y El. Semi desnudos, con la verguenza perdida.
Ella -Gordi, tengo que decirte algo que me da miedo decirte.
El - No me querés más?
Ella - No Gordi, te voy a querer siempre. Es otra cosa
El - ehmmh? (que es como un gruñido post-sexo que significa "qué mierda es entonces?")
Ella - Tengo un atraso.
El (sólo sonríe con la satisfacción de los que son testigos de que su compañera les ha confesado la aceptación de su estupidez mental)
Ella (al verlo sonreir, sonríe con la tranquilidad de las que descartan que sus parejas se enojen cuando se enteren que el embarazo es por olvidar la ingesta de una pastilla)
Enseñanza: Después del sexo, es mejor hacerse el dormido
sábado, 8 de marzo de 2008
Nueva sección: Inconsciente Colectivero
De un Colectivo se pueden sacar varias cosas para el análisis.
Inconsciente Colectivero aborda todos esos diálogos y situaciones de diván que se dan a lugar en el micro.
Sucesos de los más variados. Protestas, amoríos, revoluciones, nacimientos, muertes, nacimientos de sociedades, creación de partidos políticos, inauguraciones de cooperativas.
El tiempo irá armando un recuento de las experiencias de un viajante, y de esos mitos que sabemos, rondan en los pasillos engomados de los Colectivos.
Porque es necesario plasmar en el recuerdo y la experiencia estos variados sucesos, ya que este medio de transporte avanza a pasos de colectivo (por no decir locomotora) y ya hay cosas que no volverán. Pensemos... Alguien ha vuelto a ver en un colectivo de hoy, un balde medio lleno y una escoba? Alguien ha subido al micro con un billete de diezmil australes para pedirle al chofer un boleto de hasta al centro? Gritan ya los choferes: "por favorrrr, corransén para atrás que hay lugar de sobra"? Sube el chancho? Y el vigilante?
Bueno, basta de ejemplos porque la idea es florecerlos de a poco. Y no consumir el caudal sólo en un párrafo. A modo de ofrenda sagrada, cito este anécdota, que ante todo refleja en sí lo que es un colectivo.
Y dice:
(El diálogo sucede en un Colectivo de la Capital Federal, pongamos para no dar datos lo suficientemente ciertos, que era el interno número 124 de la línea 60)
Señora (mordiendo labio inferios con superior y meneando la cabeza en señal de desconsuelo, hablando con cierta lentitud en las zonas linderas a las vocales): "Nadie me da el asiento, ya no quedan caballeros"
Joven (Avispado): "Caballeros hay de sobra señora, lo que ya no quedan son asientos"
No agrego nada más, sólo me permito decir: el respeto y el humor ante todo.
Inconsciente Colectivero aborda todos esos diálogos y situaciones de diván que se dan a lugar en el micro.
Sucesos de los más variados. Protestas, amoríos, revoluciones, nacimientos, muertes, nacimientos de sociedades, creación de partidos políticos, inauguraciones de cooperativas.
El tiempo irá armando un recuento de las experiencias de un viajante, y de esos mitos que sabemos, rondan en los pasillos engomados de los Colectivos.
Porque es necesario plasmar en el recuerdo y la experiencia estos variados sucesos, ya que este medio de transporte avanza a pasos de colectivo (por no decir locomotora) y ya hay cosas que no volverán. Pensemos... Alguien ha vuelto a ver en un colectivo de hoy, un balde medio lleno y una escoba? Alguien ha subido al micro con un billete de diezmil australes para pedirle al chofer un boleto de hasta al centro? Gritan ya los choferes: "por favorrrr, corransén para atrás que hay lugar de sobra"? Sube el chancho? Y el vigilante?
Bueno, basta de ejemplos porque la idea es florecerlos de a poco. Y no consumir el caudal sólo en un párrafo. A modo de ofrenda sagrada, cito este anécdota, que ante todo refleja en sí lo que es un colectivo.
Y dice:
(El diálogo sucede en un Colectivo de la Capital Federal, pongamos para no dar datos lo suficientemente ciertos, que era el interno número 124 de la línea 60)
Señora (mordiendo labio inferios con superior y meneando la cabeza en señal de desconsuelo, hablando con cierta lentitud en las zonas linderas a las vocales): "Nadie me da el asiento, ya no quedan caballeros"
Joven (Avispado): "Caballeros hay de sobra señora, lo que ya no quedan son asientos"
No agrego nada más, sólo me permito decir: el respeto y el humor ante todo.
domingo, 2 de marzo de 2008
Perro perdido o fugado?
Voy a llamaros nuevamente a la atenta lectura.
Hace ya algún tiempo que vengo usando los ojos más que para mirar: observo. Y en ese derrotero hacia la perfección, he descifrado sensibilidades recubiertas por capas de acero.
Sin ir más lejos, adentrémonos en el tema que hoy nos reúne: el perro perdido y los intentos por recuperarlo.
Texto de un afiche, encolado sobre muerto árbol (a simple vista puede distinguirse la imagen de un perro):
"Me llamo manitos, soy un perro marrón, tengo unos dos añitos , me perdí hace una semana por la zona de la plaza Alberti, si alguien me encuentra, por favor llamen a mis dueños, ellos sabrán gratificar"
Es maravilloso, como mínimo. Leanló nuevamente, y descubran los secretos de su gramática y su poesía.
Primero y principal, que se llame “manitos”, arranca en mí una sonrisa tierna, que es acentuada en matices y saturación por la siguiente afirmación: "tengo dos añitos". Suele resultar curioso que un perro tenga dos añitos. Tal vez la palabra añitos no sea científicamente correcta, puesto que se calcula que la edad del perro es múltiplo de siete. Añotes, quedaría muy mexicano, avalemos como acertada la palabra “añitos”.
Lo que motiva aún más mi emoción es que “manitos” sea consciente de lo que significa estar perdido, siendo que nosotros los seres humanos solemos vagar por la vida inconscientes de nuestra perdición.
Puede ser cuestionable un poco que “manitos” sea capaz de reconocer zonas locales a la ciudad de La Plata, como por ejemplo Plaza Moreno, pero bueno, supongamos que ha escuchado de algunos de sus dueños descuidados salir la frase, vivimos con “manitos” por la zona de Plaza Alberti. Vamos a permitirnos también deducir que llegado el caso de la existencia de un perro capaz de conocer calles, plazas y edificios; un perro platense tendría más facilidades que un perro porteño.
La frase “...si alguien me encuentra, por favor”, sitúa a este perro en un pedestal superior al de cualquier hombre común que ya ha desertado con denuedo y avenencia de las simples reglas de la ética y moral: pedir las cosas por su nombre y por favor.
"Manitos" afirma en su escrito que sus dueños serían capaces de retribuir la devolución. Cosa que no puede ser otra cosa que cierta, “manitos” conoce la mano que le da de comer. Y nosotros como seres humanos y dueños de un perro perdido estaríamos dispuestos a cambiar dinero por aparición, teniendo en cuenta, que como pagadores, hemos alguna vez emitido pagos, por seres que no apreciamos tanto.
El afiche es aparentemente un arquetipo de extravío-recompensa, pero lo que le pone trabas a mi sorpresa y me arroja a las puertas de la desconfianza y la sospecha: es el hecho de que un perro con la inteligencia suficiente para mandar a imprimir los afiches de su propia búsqueda, con la paciencia suficiente para pasar a retirarlos al otro día, con la destreza suficiente para pegar con adhesivos sobre cada poste que cruzara su expedición (no olvidemos que un perro no tiene manos, ni dedos tan flexibles como para sostener en una mano el afiche, y cortar con la otra y sus dientes el pedazo de cinta adhesiva), y con la claridad literaria para escribir su propia carta de rescate no haya podido aún regresar a su casa por sus propios medios.
Hay algo que no cuaja: el hombre de los afiches, es decir, el impresor.
¿Acaso no leía que era el mismo perro que le estaba encargando los afiches, quien se encontraba perdido? ¿Qué fuerzas cercanas a la maldad, lo reprimieron de la noble acción que hubiese sido llamar a los dueños de "manitos"? ¿Existen intereses económicos o políticos detrás del extravío de este superdotado can?
Hagamos todos los esfuerzos para que “manitos” pueda arrumarse nuevamente en el regazo de sus amos. Roguemos aún con más ímpetu que “manitos” muera de viejo y que siga escribiendo!
Quizás hayas leído alguna vez un afiche de este tipo y no has tenido el suficiente empuje indagatorio para ahondar en porquées y en comos. No te hace tampoco eso una mala persona: no todos los libros se han escrito para todas las personas.
Hace ya algún tiempo que vengo usando los ojos más que para mirar: observo. Y en ese derrotero hacia la perfección, he descifrado sensibilidades recubiertas por capas de acero.
Sin ir más lejos, adentrémonos en el tema que hoy nos reúne: el perro perdido y los intentos por recuperarlo.
Texto de un afiche, encolado sobre muerto árbol (a simple vista puede distinguirse la imagen de un perro):
"Me llamo manitos, soy un perro marrón, tengo unos dos añitos , me perdí hace una semana por la zona de la plaza Alberti, si alguien me encuentra, por favor llamen a mis dueños, ellos sabrán gratificar"
Es maravilloso, como mínimo. Leanló nuevamente, y descubran los secretos de su gramática y su poesía.
Primero y principal, que se llame “manitos”, arranca en mí una sonrisa tierna, que es acentuada en matices y saturación por la siguiente afirmación: "tengo dos añitos". Suele resultar curioso que un perro tenga dos añitos. Tal vez la palabra añitos no sea científicamente correcta, puesto que se calcula que la edad del perro es múltiplo de siete. Añotes, quedaría muy mexicano, avalemos como acertada la palabra “añitos”.
Lo que motiva aún más mi emoción es que “manitos” sea consciente de lo que significa estar perdido, siendo que nosotros los seres humanos solemos vagar por la vida inconscientes de nuestra perdición.
Puede ser cuestionable un poco que “manitos” sea capaz de reconocer zonas locales a la ciudad de La Plata, como por ejemplo Plaza Moreno, pero bueno, supongamos que ha escuchado de algunos de sus dueños descuidados salir la frase, vivimos con “manitos” por la zona de Plaza Alberti. Vamos a permitirnos también deducir que llegado el caso de la existencia de un perro capaz de conocer calles, plazas y edificios; un perro platense tendría más facilidades que un perro porteño.
La frase “...si alguien me encuentra, por favor”, sitúa a este perro en un pedestal superior al de cualquier hombre común que ya ha desertado con denuedo y avenencia de las simples reglas de la ética y moral: pedir las cosas por su nombre y por favor.
"Manitos" afirma en su escrito que sus dueños serían capaces de retribuir la devolución. Cosa que no puede ser otra cosa que cierta, “manitos” conoce la mano que le da de comer. Y nosotros como seres humanos y dueños de un perro perdido estaríamos dispuestos a cambiar dinero por aparición, teniendo en cuenta, que como pagadores, hemos alguna vez emitido pagos, por seres que no apreciamos tanto.
El afiche es aparentemente un arquetipo de extravío-recompensa, pero lo que le pone trabas a mi sorpresa y me arroja a las puertas de la desconfianza y la sospecha: es el hecho de que un perro con la inteligencia suficiente para mandar a imprimir los afiches de su propia búsqueda, con la paciencia suficiente para pasar a retirarlos al otro día, con la destreza suficiente para pegar con adhesivos sobre cada poste que cruzara su expedición (no olvidemos que un perro no tiene manos, ni dedos tan flexibles como para sostener en una mano el afiche, y cortar con la otra y sus dientes el pedazo de cinta adhesiva), y con la claridad literaria para escribir su propia carta de rescate no haya podido aún regresar a su casa por sus propios medios.
Hay algo que no cuaja: el hombre de los afiches, es decir, el impresor.
¿Acaso no leía que era el mismo perro que le estaba encargando los afiches, quien se encontraba perdido? ¿Qué fuerzas cercanas a la maldad, lo reprimieron de la noble acción que hubiese sido llamar a los dueños de "manitos"? ¿Existen intereses económicos o políticos detrás del extravío de este superdotado can?
Hagamos todos los esfuerzos para que “manitos” pueda arrumarse nuevamente en el regazo de sus amos. Roguemos aún con más ímpetu que “manitos” muera de viejo y que siga escribiendo!
Quizás hayas leído alguna vez un afiche de este tipo y no has tenido el suficiente empuje indagatorio para ahondar en porquées y en comos. No te hace tampoco eso una mala persona: no todos los libros se han escrito para todas las personas.
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