Una verdad escueta sobre el pollo:
Sabían que cuando se come pollo en casa ajena alrededor de un 50% del mismo es desperdiciado. Nunca, pero nunca, en casa de nuestras novias osamos a entreverarnos a punta de cuchillo y tenedor, ante una pata que aferraba fraternalmente alguna hilacha de carne blanca. Preferimos darnos las de "delicado", y nos vamos pensando en esa rotulita de pollo que se nos ha escurrido como ave entre los dedos.
Lo mejor, por eso es elegir pechuga cuando como en otro lado. Porque lo más rico de la alita es destrozarla con los dientes mientras la sostenemos con pulgar e índice, al igual que la pata o el mismísimo muslo. La pechuga es fácil.
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