lunes, 30 de junio de 2008

Boleto y medio

En estos días, cuando se me disipe un poco la bronca estaré llevando una moción al consejo municipal para que se le incremente el valor del boleto a los que viajan con las piernas excesivamente abiertas en asientos dobles o múltiples.
Que paguen boleto y medio, ya que ocupan medio asiento más.

La gente no es más boluda, porque no alcanzan los asientos...

domingo, 29 de junio de 2008

Cuando alguien se nos sienta al lado

El viajar es un placer que nos suele suceder. Si no vamos en micro, si no tomamos la línea Oeste, si no vivimos en La Plata, si no estamos en Argentina.

Digamos, viajamos, cruzamos caras a razón de 40 por día. Y todos manejamos ese lenguaje secreto, casi tenue de las miradas. De la evaluación constante del prójimo. El exámen exhausto de la persona, de su anatomía y aura. Porque es un eterno desvelo ese de sentirnos aceptados por la sociedad.
Para qué negarlo, el colectivo es la muestra básica de una sociedad, con personas que representan a cada uno de los márgenes y sectores.
Por eso por nimio que nos parezca, viajar en colectivo es un tema de diván.

¿Quién es feliz estando sólo?. Probablemente todo el mundo... Pero la vida, para qué engañarnos, es una búsqueda constantes de problemas y una de las condiciones para embrollarse es conocer mucha gente. Porque inconscientemente nos hacemos adeptos al partido del sufrimiento. Vamos por la vida enderezando tuertos que luego nos patearán el trasero, salvando arañas que luego nos picarán.
Por eso vamos a hablar de la búsqueda de aceptación social. Por eso vamos a ver al hombre en tanto que depende de sus observadores para ser tal o cual.

De movida, podemos realizar un breve análisis del individuo que sube al micro y ocupa tal o cual asiento. Esto nos eyaculará dictámenes a lo perro sobre quien es ahora un nuevo pasajero del colectivo: su estilo de vida, su visión del amor, de la soledad, del progreso y del fracaso.
De los que suben, quien busquen sentarse en la hilera de asientos simples, sacaremos como conclusión que es una persona solitaria, renegada de la sociedad. De quien se siente en el primer asiento, el de los reservados para discapacitados, no siendo originario natural de tal escalafón, nos quedará como ya he dicho la compadecencia maliciosa. De quien se siente en los últimos asientos, exactamente los tres que dan al pasillo, nos quedará suponer que la imprudencia y el desinterés por la vida, son materias recurrentes en ellos.

Me ha pasado ya muchas veces, en cierta medida sentirme rechazado o aceptado por otro, en un instante de segundo. Instante posterior a un boleto comprado, una caminata entre pendular y sufragante. Un ida y vuelta de miradas, estando casi con la misma cara de la que nuestro deseo, desea. Sentirse puestos a prueba, observados en toda nuestra carcaza. Proyectados a una personalidad consecuente de nuestro yo físico.

¿Victoria o derrota? ¿Aceptados o rechazados? Quizás si multiplicásemos estas cuatro alternativas en una operación de producto cartesiano, nos daremos cuenta de que muchas veces: ganar es ser rechazado; aunque, perder es ser rechazado; empero, ganar es ser aceptado; mas, perder es ser aceptado.
Digo, a veces vamos a menos con nuestro yo. Vemos venir una señora con setenta agujas croushet ( o como se diga) y nos sentamos desprolijos, conflictivos, salivamos y empezamos a largar mal olor. Vemos venir a un vago con cara de nada, o lo que es peor, con cara de nabo y somos capaces de dejar el bolso en el otro asiento para un supuesto "reservado a quien yo quiera" como hacen en los teatros, los idiotas.
¿Y si pasa de largo? ¿Y si se quda?

"Si, ya sé, se sentó nomás, es lo que yo quería. Pero viste che, cerebro, como lo dudó?. Creo que se tiró a un mal menor. Si si, después de todo, somos objetos de un rechazo mayor. Nuestra aceptación es hija de un mal menor."
"Mirá esta guacha, pasó de largo. Sabiendo que tiene lugar a mi lado, pasó de largo. Me quiere humillar por lo visto che, cerebro. Mirala, está como una flor hermosa, de pie. Si de pie, tiene lugar a mi lado, tiene la parte de la ventanilla, que casi siempre les gusta a las mujeres. Y sin embargo decide embarrarme de desdén. Sabés qué, cerebro? Voy a tener que cambiar un poco, dejar de mirar con esa mirada tan de obsesivo, no puedo estar influyendo en el libre albedrío de todos los parroquianos"
"Ahora yo pagué boleto, tengo un par de asientos libres... Pero si, cerebro, ya lo ví. Son de los de doble. No me digas nada, dejame elegir, tengo cinco pasos, para no dudar y pasar natural.
Shhh, el de la señora y el nene no, que me va a vomitar toda la campera el pendejo. No, tampoco, no ves la cara de violento que tiene ese de los pelos duros?. Y la chica? Si esa que llora deseos frustrados. Sisi, la que de tanto acogotar una flor la ha dejado gris y marchita.
Nono, mejor no, que puede que me use como venganza amorosa. Ya sé, me bajo y espero que la suerte venga en el siguiente"


Restemoslé importancia me dirán. Pensarán: no hagamos caso a algo tan estúpido como es lo planteado.
La actitud del que nos elige o no nos elige como compañeros de asiento. Tiene más verdades de las que fracasadamente he intentado evidenciar.

Piensen la vida como un colectivo. Piensen el asiento como una esperanza. Piensen en esperanzas simples, en esperanzas dobles. Piensen en seres destinados a cumplir deseor o romper sueños. Piensen en el desprecio, la solidaridad, la maldad, la belleza. Piensen ahora que un boleto es todo lo que necesitamos para tener la posibilidad de optar. Piensen ahora que si no tuviéramos la posibilidad de elegir quizás no subiríamos a ese colectivo.

Piensen maravillados ahora que la palabra "Colectivo" significa ni más ni menos que colectivo.
Recuerden ahora, cuantas veces en la vida, pasamos por alto ese asiento doble, que tanta incertidumbre plantea. Piensen cuántas veces en la vida preferimos la soledad del asiento simple de nuestros y sólo nuestros deseos y temores.

Salgan ahora a la calle y jueguen a ser mejores pasajeros: mejores individuos.