sábado, 12 de enero de 2008

Supersticiones: El vaso dado vuelta

Les prometo de ante mano, que esta historia deja una enseñanza. Paciencia.

Ayer compré un nuevo monitor. Volví en taxi, pagué. Entré a mi casa y con la locura de ansiedad que eso me procuraba, le dediqué dos horas a la instalación.
A las diez de la noche, ya dos o tres horas después de tener funcionando el monitor, mi hermano vino y me dijo: che, lucho, acá tenés la plata de la tarjeta de red (yo había comprado una tarjeta de red, que se pagó a medias).
Bueno, joya, tomé el dinero, y lo fui a guardar en la billetera. No la encontraba.
La busqué y la busqué y no la encontraba. Pensé que me la había olvidado en la casa de mi hermano, que vive cerca. Esperé a la mañana.
Ni bien me levanté continué buscando por toda la pieza y nada, no había caso, la billetera no aparecía. Fui a lo de mi hermano, y tampoco, negativo, no estaba ahí.
Le pregunto a mi vieja, que es de esas personas que suelen guardar las cosas en lugares que nunca recordaran. La respuesta la sabía antes de preguntarle. Le pregunté a mi abuela, también la respuesta la sabía antes de oírla.
Continué buscando por dos horas más ya al borde de la desesperación, lo que quedaba de mi sueldo, estaba en mi billetera.
No hubo caso, continué buscando, en todos lados, bah, en casi todos lados, excepto donde estaba la billetera.
Entra mi vieja a mi pieza. Mientras yo hago memoria, que había hecho, ni bien había regresado, estuve sentado en la cama, manipulando el monitor. Ahí se me encendió la lamparita. Busqué abajo de la cama, que hay otra cama, y abajo de esa cama, es mi "abajo de la cama". La encontré ahí, muerta de risa, como un niño que asusta a sus padres inocentemente, pensando en algo que puede causar gracia.
Yo: -Ma acá está la billetera, la encontré, estaba abajo de la cama
Ma: -Ves?... Te das cuenta que sirve dar vuelta un vaso?
Yo: -Yo no di vuelta ningún vaso ma, estaba ahí, porque se me cayó hoy...
Ma: -Nono, yo di vuelta el vaso en tu nombre. Y la billetera apareció

Enseñanza: Gracias a mi vieja, y a su vaso, mi billetera, que quien sabe donde aguardaba, se pudo solidificar bajo la cama, que tiene una cama y así yo pude verla. Mañana o ni bien pueda, voy a irma a comprar unos vasos más grandes, quizás sean aún más efectivos

Por eso hay que tener creencias. Gracias Ma!